Las coronas funerarias, esos rondos verdes repletos de gladiolos, rosas, claveles o gerberas, entre otros, son frecuentes en los tanatorios. Es un modo bonito de decir adiós a quien se ha ido, de presentar nuestras condolencias, recordar su memoria y, por supuesto, aportar a la estancia donde se reúnen sus seres queridos un aspecto ornamental único.
Siendo como es un momento muy importante en la vida de los allegados, es posible que sean estos los que quieran hacer su propia corona de flores de un modo manual y tradicional, en lugar de encargarla directamente. Te explicamos, paso a paso, cómo se fabrica una corona funeraria, aunque es un proceso complejo y laborioso, un arte que requiere años perfeccionar.
Los materiales a utilizar en una corona de flores
Lo primero que necesitaremos son flores frescas para nuestra corona. Cierto que podemos conseguir flores artificiales en lugar de naturales, pero para el momento parece más apropiado usar flores de verdad. Aportan un toque mucho más especial y más luz a la corona.
También haremos uso de varillas de paja de unos 40 cm para la confección del cuerpo de la corona. Menos frecuente es el uso de poliuretano, ya que intentamos que nuestras coronas sean lo más ecológicas posible.
Así como un forro verde o negro que evita que se vean estos materiales. Las bridas (no tienen por qué ser plásticas) y cintas son muy útiles para afianzar el conjunto.
Necesitaremos también bastante verde tapizante (thuja, boj, madroño, eucalipto,…), quizá más complejos de encontrar. El cabecero, por ejemplo, es una pieza específica del sector. Y, por supuesto, necesitaremos una mesa grande y plana donde trabajar, ya que las coronas tienen un tamaño considerable.
Montar el armazón de la corona
El primer paso es montar lo que llamamos el cuerpo o armazón de la corona. Una forma circular gruesa en forma de toroide o corona. Nosotros usamos diferentes tamaños, que varían entre 60 y 90 cm de diámetro de la corona.
Armar el cuerpo es un trabajo laborioso y con mucho arte, ya que requiere paciencia y unas manos mañosas para ir confeccionando con la paja la armadura de la corona. El montaje es similar al que se hace con juntos o caña para hacer cestas, un proceso lento y artesanal.
A fin de que no se vea la paja, esta armadura suele ir forrada de verde o negro en un material que permita pinchar las flores a través de su tallo cuando las vayamos colocando una a una. Pero, antes de las flores, cubrimos el cuerpo de la corona de verdes naturales como la thuja, el madroño, el boj, o cualquier verde tapizante.
Esta cobertura, que se realiza con hojas o flores verdes, suele tener un sentido (por ejemplo, horario) para generar una envolvente de movimiento. Eso ayuda a hacer la composición final más dinámica y agradable.
El cabecero de la corona, concentrador de miradas
En la parte superior de la corona suele colocarse un cabecero, o varios. El cabecero es una pieza especial para flor fresca (y por tanto complicado de conseguir) que va imbuido en un armazón pinchado a la corona y sujeto con bridas o cintas.
El cabecero es la pieza clave de la composición que da estilo a toda la corona. Es el eje que atrae buena parte de la atención de la misma, un concentrador de observaciones y un estallido de flores convenientemente colocadas para atraer miradas.
Es aquí donde se coloran, pinchadas sobre la esponja o espuma del cabecero, gladiolos, liliums, rosas, anturios, anastasias, margaritas… y tantas flores como sean precisas para conseguir una corona de gran belleza. Esta espuma las conservará hidratadas durante más tiempo.
No podían faltar los verdes, que aportan optimismo, descanso y tranquilidad al conjunto, por lo que agregamos helecho, eucalipto, o similares mientras cubrimos la parte alta de la corona.
Las flores del cuerpo de la corona
Una vez que hemos terminado con el cabecero, que marcará el estilo del resto de la corona, procedemos ir colocando una a una las flores en el cuerpo de la corona. En esta parte de la corona suelen usarse claveles, margaritas, rosas, liliums, gerberas… en base al modelo de la corona.
Para sujetar las flores se las corta la mayor parte del tallo y se clava lo que queda de este sobre el tapiz verde que antes habíamos confeccionado con thuja, madroño o boj. Usando alambre rígido podemos fijarlas en la posición que han de ocupar en la composición. Y esto es muy importante.
En coronas que usen un único tipo de flor, como puede ser coronas de clavel, la dirección de las flores es clave para que la corona quede lo más bonita posible. En coronas donde la composición floral es más variada hay más libertad en su colocación.
Banda y toques finales de la corona funeraria
Una vez hemos terminado de colocar las flores y de dar movimiento a la composición usando statice o lisianthus, pasaremos a imprimir la banda con la dedicatoria. Supone un toque más de personalización a la hora de presentar nuestros respetos.
Pero el trabajo no acaba aquí. Pensemos que, al tratar con flores naturales, estas tienen un tiempo finito y han de ser tratadas para que duren todo lo posible. Los velatorios suelen durar entre 24 y 28 horas en España, y por eso es conveniente rociar con agua pulverizada el acabado. Así las flores cogerán la humedad y durarán hasta el final del proceso, aunque con frecuencia en los tanatorios el personal las humedece una o dos veces.
El caballete es el toque final. La corona se coloca casi en vertical sobre el mismo y podemos ver su acabado y hacer algún retoque final.
Hemos visto que las coronas funerarias no son fáciles de diseñar o elaborar. Los materiales no se encuentran en cualquier tienda, y tan solo montar el armazón ya supone un arte centenario con una maña particular.
Por no hablar de la necesidad de contar con un experto en composición floral para que el resultado sea lo más bonito posible. Nosotros ofrecemos nuestros servicios profesionales, que cuentan con más de tres décadas de experiencia en nuestro aval.
